documentos de pensamiento radical

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domingo, 30 de enero de 2011

LA MEMORIA DE LOS VENCIDOS




durante ese año de 1921... si se hubieran autorizado elecciones libres en Rusia, los bolcheviques habrían sido barridos en beneficio de los socialistas revolucionarios de izquierdas y de los anarquistas...Incluso Lenin, respetado por todos los que, por diferentes razones, odiaban a Trotsky o Zinóviev, era contestado. El comunismo de guerra, que conllevaba tantas privaciones, había sido soportado por la población como un mal necesario, pero ahora que los ejércitos extranjeros se retiraban y que los blancos estaban vencidos, ¿por qué mantener la dictadura de un partido? Todos ellos miembros del Politburó corrían de una fábrica a otra, de un taller a otro para arengar a los trabajadores que se cruzaban de brazos. El marxismo había previsto todo lo concerniente a la toma del poder, salvo la eventualidad de que el partido comunista perdiera la confianza de ese proletariado cuyo derecho a representar se adjudicaba; eventualidad inimaginable, ya que los bolcheviques se persuadían de que socialismo y proletariado eran todo uno, que el comunismo concretaba al proletariado... Ante la inesperada cólera proletaria, Lenin aparecía de improvisto en los mítines de los trabajadores. No le recibían tan mal como a sus comisarios, pero aun así en ocasiones recibía protestas. Como ante los obreros del metal moscovitas a los que, al quedar sin argumento, lanzó:
-¿Prefieren que vuelvan los blancos?
Un viejo obrero con las manos y el rostro ennegrecidos por el aceite usado avanzó hacia Lenin, hasta tan cerca que éste reculó unos pasos.
-Que vuelva quien quiera -exclamó el hombre en tono amenazador- ¡que vuelva quien quiera! Los blancos, los negros, ¡o el diablo en persona si así nos libramos de vosotros!
...Esos pasos reculados, Lenin no iba a perdonárselos ni a sí mismo, ni a la clase obrera. Ya que ésta era inmadura, no había razón alguna de tener en cuenta sus dudas momentáneas. Trostky tenía razón: los sindicatos serían privados de toda autonomía e integrados en el aparato gubernamental, los militantes sindicalistas defenderían en adelante al Estado de los obreros y a no a los obreros del Estado.

... la revolución no veía otra alternativa que el totalitarismo. Aniquilación del soviet de Kronstadt, aniquilación de la república menchevique en Georgia, aniquilación de la república libertaria de Ucrania, arrestos masivos de socialistas revolucionarios de izquierdas y de anarquistas, la máquina totalitaria, lanzada, ya no iba a pararse. Los bolcheviques, faltos de teoría, volvieron a sacar la vieja idea jacobina de la minoría virtuosa e ilustrada que reemplaza a un pueblo infante para aportarle la razón y la felicidad.

...Fue también en 1921 cuando, no contentos con eliminar a todos sus adversarios, los bolcheviques decidieron extirpar las ovejas negras del partido mismo. La primera purga decapitó dos cientos mil miembros, esto es, un tercio de sus efectivos.

...se había desmoronado todo un mundo. Y de esas ruinas, no había nacido un mundo nuevo. Los bolcheviques querían abolir la policía y el ejército. En lugar de ello, la policía y el ejército representaban la única concrección del poder revolucionario. Trostky se pavoneaba con el uniforme blanco de mariscal. En el 17, los soldados habían arrancado las charreteras de los oficiales. Cuatro años después, las órdenes de caballería del Antiguo Régimen, que todos los bolcheviques consideraban rdículas, se insinuaban bajo las insignias de la Orden de la Bandera Roja. Trotsky entregaba solemnemente esos trastos en el Gran Teatro, engalanado con banderas. La pena de muerte habías sido abolida, pero nunca se había ejecutado a tantos prisioneros políticos... fusilado era la palabra de moda. En realidad no se fusilaba, eso hubiera sido demasiado honorable. Se asesinaba en los sótanaos de la checa. Cada noche, detenidos que en su mayoría no sabían qué se les reprochaba, eran sacados a rastras de sus celdas y... un chequista les daba un tiro en la nuca. Los cuerpos... nunca se entregaban a sus familiares... "Ya no está en los registros"

Michel Ragon. La memoria de los vencidos. La oveja roja. Madrid. 2010.

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