documentos de pensamiento radical

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sábado, 31 de agosto de 2013

A MI ME GUSTAN LAS PERSONAS LIBRES



(En homenaje al mamífero Jesús Lizano)

A mi me gustan las personas libres,
las ideas libres,
los caminos sin barreras, libres.
Y el horizonte, libre.

Porque la vida es libre,
el agua es libre,
la montaña es libre.

Y me gusta la libertad,
las manos libres,
el movimiento libre,
nuestros pasos, libres.

El instinto es libre,
el alma es libre,
los sueños son libres.

A mi me gustan los corazones libres,
y los pájaros, libres.

La risa es libre,
el abrazo es libre,
el amor sólo puede ser libre.

Las mentes libres,
la enseñanza libre,
el pensamiento libre:
¡Viva la libreenseñanza
y el librepensamiento!

Y no me gustan nada
las personas ocupadas,
ni las cabezas ocupadas,
ni las horas ocupadas,
ni los baños ocupados,
¡abajo los pestillos!
ni los taxis ocupados,
ni las manos atadas,
ni las sonrisas cosidas,
ni los labios sellados.

A mi las personas me gustan libres,
los pueblos libres,
las sociedades libres,
libre la prensa,
y la historia, libre.

Las plazas libres,
los parques sin verjas,
las cárceles sin rejas,
y los corazones sin muros.

Los lazos, libres.
Los pasos, libres.
Los locos, libres.
Para que enseñen cordura,
¡cuánta cordura nos pueden enseñar los locos!

Y las pasiones,
¡Hay que desatar las pasiones!, señores mamíferos.
Las pasiones que vuelvan a ser libres.
Y el sexo, por supuesto, libérrimo.

Las palabras libres.
El verso libre.
Y la belleza, libre.

Sí, porque a mí
me enloquece
el vuelo de las personas libres
y la ambrosía de todos los que

                LIBRES

        aterrizáis a mi lado.



Poema de Marc Márquez en Los Bio Lentos. Poesía Bio lenta. 

viernes, 30 de agosto de 2013

NI-NIS



Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Dice la tele que son chicos malos,
poco menos que vampiros o marcianos.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Lo dice la tele, lo dice la radio,
los políticos y catedráticos.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Ni estudian para estar ocupados,
ni trabajan para estar empleados.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni, ni-ni.

No son jóvenes de provecho,
no disponen de su propio techo.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Son una generación perdida,
tras los jasp y la movida.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Viven con los papis y de su pasta,
que en botellones y porros se gastan.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Ay, probecitos, dicen los medios,
qué será de ellos cuando falten sus viejos.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Ni-ni no es el hijo del politiquito
porque es de lo más pijito,

ni-ni no es el hijo del banquero
que sin trabajar le sobra dinero,

ni-ni tampoco es el hijo del rey
que cobra paga gracias a la ley.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Hay una cosa que no se ha explicado,
hay menos ni-nis que ni-sis camuflados.

Ni-sis, ni-sis
ni-sis, ni-sis.

Ni si estudias encontrarás trabajo,
ni si trabajas recibirás un digno salario,
ni si les votas cumplirán su programa.
Ni si te esfuerzas vivirás bien mañana.

Ni-sis, ni-sis,
Ni-sis, ni-sis.

Dicen los políticos estar preocupados,
y por las noches quedarse desvelados.
Quieren convertirlos en emprendedores
de esos que defraudan y regalan comisiones.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Vaya con las copulativas,
que no copulan y dan mucha grima,
dos negaciones reiterativas,
con soniquete de sentencia de por vida.

Ni-ni, ni-ni,
ni-ni,ni-ni.

Cacofonía de gran inventiva,
ya estoy cansado de tanta retaila

Sí-sí, sí-sí
Sí-sí, sí-sí.

A mi sí que me importan,
y por eso lo canto,
tanto Gili-caradura ninguneando

Sí-sí, sí-sí
Sí-sí, sí-sí

Dicen en la tele, que son chicos malos,
Dicen en la tele que son chicos malos…

Poema de Marc Márquez en Los Bio Lentos. Poesía Bio lenta. 

Comparecencia Rajoy 1/8/2013 - Chesús Yuste

jueves, 29 de agosto de 2013

Sobre aquellos que sobran



Sobre aquellos que sobran,
sobre aquellos que sorben,
sobre aquellos que ensobran en sombras,
y casi sin sobras dejan a los pobres.

Sobre aquellos que sobran,
sobre aquellos que obran... si cobran,
sobre aquellos que abren
cuentas sucias en Suiza.

Sobre aquellos que sobran,
sobre aquellos que sorben,
sobre aquellos que exigen sacrificios
mientras siguen viviendo de vicio.

Sobre aquellos que sobran,
sobre aquellos que engordan,
sobre aquellos que engañan,
matan y roban. Sobre aquellos,
de los que ya nada asombra.

Sobre aquellos que sobran
ante aquellos que nombran
a los culpables. Con aquellos

que luchan en las calles.


Poema de José Icaria en el libro colectivo Los Bio lentos. Poesía Bio lenta.

miércoles, 28 de agosto de 2013

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA



Es toda una experiencia vivir con miedo, ¿verdad? Es lo que significa ser un esclavo.

Yo he visto cosas que vosotros os negabais a creer mientras se inflaba la burbuja inmobiliaria.

Desahuciar familias en llamas más allá de la estrella de La Caixa, la nebulosa de la Cam, los agujeros negros de Bankia, CCM, Catalunya Caixa, Caixa Galicia, BBK Bank...

He visto reyes, políticos y banqueros, grandes empresarios, caciques, obispos y consejeros, maniobrar en la oscuridad y llevarse nuestro dinero, y con él, nuestros derechos sociales y laborales, dejándonos a las puertas de la ruina.

He visto  flamantes aeropuertos, Ciudades de la Cultura, bibliotecas de diseño, inacabados campos de fútbol, urbanizaciones en el desierto;

He visto reyes que triunfaban sobre golpes de estado que ellos mismos planearon;

He visto infantas de naranja, de cola y de borbón, con zero imputaciones;

He visto coleccionistas de sellos, y he visto coleccionistas de sobres...;

He visto comparecencias... sin comparecientes...;

He visto políticos, con más empleos que horas el día;

He visto interminables partidos de fútbol en los que sólo perdía la afición;

He visto a expertos en buscar excusas, y en debatir, sobre el estado de la nación, en los bares;

He visto sindicatos financiados por el estado;

He visto a Directores de Trabajo que se esnifaban y gastaban en putas el dinero de los parados.

He visto a defensores de la independencia demasiado... dependientes del dinero...

He visto a personas condenadas a prisión por comprar comida con una tarjeta ajena, y he visto también a ristras de chorizos indultados por robos millonarios, o exculpados de delitos fiscales que, fulgurantemente, prescribieron;

He visto a mafiosos quejarse amargamente de lo dura que resulta la vida en España, a causa de las obligadas comisiones a los políticos;

He visto a inocentes condenados y a cínicos no culpables;

He visto atentados... de falsa bandera, y he añorado, los de auténtica;

He visto a inversores de empresas privadas al mando de servicios públicos;

He visto a mandatarios, que tuvieron cargos públicos, en consejos de administración de las empresas que privatizaron;

He visto a la policía defender a los ladrones, apalear cobardemente a los jóvenes, a las mujeres y a los viejos;

He visto infinitas reformas laborales, leyes de educación, de alquiler... donde siempre se castiga a las víctimas, y nunca a los culpables;

He visto subir los impuestos a los pobres, y perdonarlos a los ricos, no sea que se lleven el dinero a un paraíso fiscal;

He visto -y he vivido en- un universo paralelo, donde todo es siempre al revés, o del modo más absurdo, zafio y repugnante.

Todos esos momentos se alternarán en el tiempo: de aquellas lluvias, estos lodos.

Es hora de luchar.




Poema de José Icaria en el libro colectivo Los Bio lentos. Poesía Bio lenta.

martes, 27 de agosto de 2013

LA TOMA LA PASTILLA



Tomamos la pastilla
y qué subidón
la de cosas que vimos
aquel 14 de julio
se nos fue la cabeza, realmente
y flipamos en tricolores
lo que nos divertimos soñando
a pesar del terror
de ver monstruos por todas partes
pero todo era tan nuevo y alucinante...
cuantas veces la habíamos mirado
con respeto y desde lejos
caramelo tentador
o demonio opresor
no lo probéis, nos decían
ni os acerquéis
no habrá vuelta atrás
nuestra medicina es la buena
nuestro régimen el mejor
pero nosotros sabíamos que era antiguo
y nosotros modernillos
o mejor contemporáneos
y lo probamos
tomamos la pastilla y tenían razón
ya no había vuelta atrás
nada volvería a ser igual
por mucha clínica de rehabilitación
o de restauración
por muchos congresos en Viena
era un viaje sin regreso
abierto el blíster de Pandora
nos quedaban nuevos lugares por visitar
con sus comunas
nuevos inviernos que disfrutar
con sus palacios
porque la primera nos dejó un sabor amargo
pero ya sabíamos el camino
y una tras otra las fuimos tomando
aquello parecía no tener fin
y aquí seguimos
prefiriendo un lavado de estómago
a uno de cerebro.


Poema de Didac en: Los Bio - Lentos. Poesía Biolenta

domingo, 25 de agosto de 2013

Un país enfermo


Dice el gobierno
que a pesar de las últimas protestas,
el ejecutivo continuará adelante
con sus proyectos de reformas,
que las fuerza armadas
 y de seguridad del estado
garantizarán que el país
permanezca estable.

¡Estable, sí!
pero dentro de la extrema gravedad.

 Eladio Méndez. 

CINCO HAIKUS DE ANA PÉREZ CAÑAMARES




Abre paréntesis
tañido de campañas
cierra paréntesis

*

Tiempo de poda
caen pesadas las ramas
adiós pasado

*

Dice él en un
recodo de mi cuello
hueles a viento

*

Sol de otoño
y serenas las hojas
se amortajan

*

Calor de ascuas
es el calor sin llama
un amor viejo


Ana Pérez Cañamares. Entre paréntesis. Ed. La Baragaña, 2012

sábado, 24 de agosto de 2013

¿PARA QUÉ SIRVE UN POETA ESPAÑOL CONTEMPORÁNEO?

ustedes me dirán 

qué beneficios 


nos ofrecen los poetas
 

Eladio Orta

Un poeta español contemporáneo puede ir al Informe Semanal o al Telediario para hablar, largo y tendido, sobre la muerte de otro poeta español contemporáneo. 


Un poeta español contemporáneo puede apoyar en la campaña electoral al candidato a presidir el gobierno de España. Para ello hará uso de todos los recursos oratorios con los que ha sido bendecido, y aún más, si ello fuese necesario, con tal de que su candidato gane las elecciones. 


Un poeta español contemporáneo puede publicar sus versos basura en columnas semanales, en revistas como Interviú o diarios como Público.


Un poeta español contemporáneo puede inyectarse en vena las obras completas de Federico García Lorca, sin exponerse a morir de sobredosis. 


Un poeta español contemporáneo puede participar en congresos internacionales tanto con otros poetas españoles contemporáneos como de otra nacionalidades, tales como mexicanos, iraníes, jamaicanos, filipinos, marroquíes, etcétera, etcétera y comerse, allí, mutuamente, las pollas, hasta la extenuación. 


Un poeta español contemporáneo puede escribir sesudos artículos en El País defendiendo el derecho inalienable de los obreros españoles contemporáneos a comprar en el Corte Inglés. 


Un poeta español contemporáneo puede ser Ministro de Cultura de un gobierno socialdemócrata español contemporáneo y acabar recortando derechos sociales, como el que sale a pasear una mañana de domingo.
 

Un poeta español contemporáneo puede presentar un programa en la televisión, por ejemplo, en la televisión pública andaluza, porque en Andalucía a los poetas españoles contemporáneos se les trata como merecen.
 

Un poeta español contemporáneo puede escribir canciones protesta, siempre dentro de un orden, que está bien protestar pero sin pasarse. 


Un poeta español contemporáneo puede, ya puestos, participar en la Vuelta Ciclista a España, aunque quede el último. 


Un poeta español contemporáneo puede juntarse con otros poetas españoles contemporáneos y formar un jurado y una vez metidos en faena, ese jurado formado por un selecto grupo de poetas españoles contemporáneos puede otorgarle un premio a un amiguete, que para eso están los amiguetes. 


Un poeta español contemporáneo puede ganar un premio literario de mucho prestigio convocado por una famosa marca de colonias, de refrescos, de quesos manchegos o de calamares en su tinta. 


Un poeta español contemporáneo puede abonarse a las subvenciones de las administraciones culturales públicas y, de hecho, se abona.
 

Un poeta español contemporáneo puede firmar un manifiesto contra lo que sea, siempre y cuando su nombre figure en letras grandes y claras, y sea visible desde varios kilómetros a la redonda.
 

Un poeta español contemporáneo puede ser tertuliano de una emisora de radio e ir allí la tarde de los sábados y hablar bla, bla, bla sobre la guerra en Afganistán, la liga de fútbol, o el ku klux klan. 


Un poeta español contemporáneo puede escribir sonetos (la modernidad está al alcance de los poetas españoles contemporáneos) sin que se los mande hacer Violante. 


Un poeta español contemporáneo puede embolsarse cincuenta mil euros si, por obra y gracia del Ayuntamiento de Granada y de un jurado formado por sus correligionarios, gana el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Mientras tanto, ese mismo poeta español contemporáneo no dirá esta boca es mía porque en la ciudad de Granada ese mismo ayuntamiento cierre bibliotecas municipales. 


Y es que, al fin y al cabo, un poeta español contemporáneo puede ser de gran utilidad para la sociedad española contemporánea.

jueves, 22 de agosto de 2013

7 HAIKUS DE ANA PÉREZ CAÑAMARES




La primavera
sus cielos prometiendo
todos los viajes

*

El mirlo aquel
me ignora, me espía
me compadece


*

Dormir de día
acompañar a la otra 
mitad del mundo


*

Perfil de niña.
El océano al fondo.
Todo es belleza.


*

Recojo piedras.
No quiero olvidarme
de los cimientos


*

Calor del sol
me abraza como antes
ningún amante


*


Voces lejanas
cuanto lazo y cariño
que me es ajeno



Ana Pérez Cañamares. Entre paréntesis. Ed. La Baragaña, 2012


miércoles, 21 de agosto de 2013

NO DIGO LO QUE PIENSO




No digo lo que pienso, por los niños.
No lloro delante de los niños.
Celebro las Navidades Corte Inglés, por los niños.
No me separo, por los niños.
Qué bueno es que haya niños
para echarles la culpa

y seguir…


Begoña Abad. Poemas de amor para esta guerra. Ed. Baile del Sol, 2013
Ilustración: Berta Luna

martes, 20 de agosto de 2013

4 POEMAS DE BEGOÑA ABAD









La iglesia católica (de las otras sé menos)
siempre nos habla del Paraíso como recompensa.
Hoy nombraban, en la radio,
los paraísos fiscales
en los que ella, efectivamente,
tiene ya esa recompensa.
Voy a empezar a creer.    


*

 

Me pregunto
a quién le faltará
todo lo que a mí me sobra.


 *



Nadie aprende antes de estar preparado para aprender.


 *


18 de diciembre
Hay una fila de gente esperando
delante de una administración de lotería.
Me recuerda  las filas de la gente
esperando con la cartilla de racionamiento.



Begoña Abad. Poemas de amor para esta guerra. Ed. Baile del sol, 2013

viernes, 16 de agosto de 2013

COMO USTÉ MANDE, DON MIGUEL




—A ese cabrón lo apuntas también.
—Como usté mande, don Miguel ¿Y al hermano?
—Al hermano me da igual, pero a él, apúntalo. Todavía me acuerdo de cuando estuvo trabajando en el molino de aceite con nosotros hace cuatro o cinco años. El hijoputa iba diciendo por las tabernas que mi padre era un explotador, que no pagábamos lo que había que pagar y otros dicterios por el estilo. Y también le gustaba amenazar. Me contaron que iba diciendo a quien lo quisiera escuchar que cuando el comunismo libertario se impusiera en Aguilar y en toda la campiña, él mismo, con sus propias manos, se encargaría de ahorcar a mi padre del álamo más alto del pueblo. Ahora se va a enterar este de lo que le pasa a los comunistas cuando se meten con un miembro de mi familia.   
—Pues ya está, don Miguel. Apuntao, y escribe un nombre en el papel que sostiene en la mano izquierda. Después de esta noche, de este ya no hay que preocuparse. Este, desde luego, no va a ahorcar a nadie ¿Y al amigo que va siempre con él, al Paco, el nieto de Antonio el Carbonero, qué hacemos con ese?
—¿Ese también es comunista?
—Hombre, don Miguel, usté verá, si los dos son íntimos. Además, yo creo que son maricones. Van siempre juntos. Los rusos estos son tós maricones, de igual que sean comunistas o  socialistas. Igual de cabrones son tós. Rusos y maricones, eso es lo que son. Y si no lo es, como si lo fuera.
—Coño, pues la mujer está bien buena, Ya me gustaría tirármela. Lo mismo después de darle café al rojo del marío, me la follo, que las mujeres de los rojos, ya se sabe, son todas unas putas.
En ese momento, los cuatro hombres que hay en la sala, se ríen con estruendo y la carcajada se expande por la calurosa mañana de agosto aguilarense. Los cuatro hombres están en un despacho de paredes blancas, limpio, con el suelo de baldosas negras y blancas, como un tablero de ajedrez. La habitación está presidida por un gran ventanal que da a la calle Cánovas. Tiene los visillos echados y eso hace que la sala esté en penumbra. Aún no es mediodía, pero sobre la mesa hay una botella de vino blanco y cuatro vasos.
El mayor de los hombres debe rondar los sesenta años. Es un tipo bajo y rechoncho, aseado, con el pelo canoso peinado hacia atrás. Se nota que sus ropas son de buena calidad, incluidas sus botas. Es el que lleva la voz cantante. Por algo están en su casa y por algo es el señorito, hijo y nieto de señoritos, dueño de varias fincas que suman más de setenta mil olivos, varios cortijos, muchas, muchas fanegas de tierra, y una buena cuadra de caballos de raza. También se nota que está acostumbrado a mandar y, sobre todo, a que sus órdenes se obedezcan sin rechistar. Los hombres que trabajan en sus tierras saben que sus decisiones no se cuestionan. Eso no se le pasa a nadie por la cabeza. Cualquiera que trabaje en esa casa sabe que siempre hay que hacer lo que don Miguel diga, que para eso es el señorito. Las edades de los otros tres hombres oscilan entre los veinte años apenas cumplidos del más joven, y los cuarenta, más o menos, de los otros dos. De los tres, el más joven de ellos, viste camisa azul mahón, con el yugo y las flechas bordado sobre el corazón y unos correajes de cuero negro cruzados sobre el pecho. Tiene un papel en la mano y un lapicero, con el que van confeccionando la lista. Los otros dos van vestidos con sus ropas de jornaleros, pobres y sucias.     
—Otra cosa. A Zurera lo apuntas también.
—¿Qué Zurera, don Miguel?, pregunta el más joven, el que va vestido de falangista, que es quien tiene el lápiz en la mano y va escribiendo los nombres. Los otros dos ni siquiera podrían escribir sus propios nombres, porque nadie los ha enseñado a hacerlo.
— El que trabajaba con tu padre. Aquel al que pilló robándole trigo hace un par de veranos, ¿te acuerdas? Uno que vive en la calle Molinos, ese que es bizco. A ese, cuando lo encontró tu padre en su finca robando, la única explicación que se le ocurrió dar fue que tenía cuatro hijos y que tenían que comer, que no los iba a dejar que se murieran de hambre. ¡Será cabrón! ¡Y a mí qué me cuentas si tienes cuatro hijos! No los hubieras hecho. A ver si ahora vamos a tener que alimentar nosotros a todo el que tenga cuatro hijos. Lo que yo os digo, estos rojos no tienen apaño.   
Las estruendosas carcajadas llenan la habitación. A los cuatro hombres se les nota la felicidad en los rostros, como niños con juguetes nuevos, escribiendo los nombres en la lista, nombres de personas que van a morir. Vecinos de Aguilar que serán sacados de sus casas a altas horas de la noche, golpeados, insultados, vejados, arrastrados y fusilados contra la tapia del cementerio, en la madrugada siguiente y enterrados, después, en una fosa común que ellos mismos habrán tenido que cavar. A los cuatro hombres se les nota el odio en la mirada, un odio que han ido amasando durante los cinco años que ha durado el régimen republicano. Un odio irracional para el que no existe explicación científica. 
   —Si usted lo dice, don Miguel, así se hará, contesta el joven y apunta el nombre con una buena caligrafía que denota que es una persona culta.
—¿Cuántos van?, pregunta don Miguel.
—Nueve.
—A ver si llegamos por lo menos a diez, que no salga el viaje en balde, que hoy no hay nadie de Monturque, ni de Montemayor, ni de ningún otro pueblo. Hoy todos los rojos son de Aguilar.
Los hombres permanecen pensativos durante un rato, apenas un minuto, en el que nadie dice nada.
— Pues si no se os ocurre ninguno más, dice don Miguel, apunta al hermano de ese, y señala con el dedo uno de los nombres que están escritos en el papel. Al que es un poco más chico que él. El que no me quiso vender aquel galgo tan bueno que tenía. Con el otro, con el mayor no os metáis que ese no es mal tío.  Además, así la madre, con las mismas lágrimas, llora a los dos hijos.
—Don Miguel, que ese es de mi edad, y tiene a la mujer preñá y me da no sé qué, dice el falangista sin pensar siquiera en las consecuencias que pueden tener su salida de tono. Y luego el cura se cabrea conmigo porque dice que no tenemos sentimientos y matamos por matar, que matemos a quien lo merezca, pero a quien no se haya metido con nadie, que los dejemos vivir en paz.
—Al cura que le den por culo, Eduardo. Los curas ya sabemos cómo se las gastan: lo invitas a almorzar un pollo con arroz, un conejo frito, una buena botella de vino, y se pone como unas castañuelas. ¿O es que aún no te has dao cuenta de lo que quiere el cura? Coño, que todos los curas son iguales, unos llenapanzas. Además, si esta cruzada la hacemos por ellos, para que no les quemen las iglesias y los conventos y los dejen decir misa en paz, y respeten las imágenes de la Virgen y del Niño Jesús.  ¿No os habéis enterao de lo que están haciendo en Cataluña y en otros sitios los bolcheviques? Pues yo os lo voy a decir. ¡Quemar y saquear las iglesias  y los conventos y convertirlas en burdeles! ¿Es que no habéis leío lo que dice el ABC? Estos dos no lo saben, Eduardo, porque son unos ignorantes, y no saben leer, pero tú, hombre, tú has ido a la escuela, y eres un muchacho con cultura y con estudios. No te compadezcas de los ateos, masones, anarquistas de mierda. Lo único que nos faltaba, tener compasión de esto criminales.
El joven, el que se llama Eduardo y va vestido de falangista, enseña una sonrisa falsa y forzada, una sonrisa de sometimiento y sin volver a cuestionarse la orden, hace lo que le dice don Miguel, apuntar el nombre del muchacho en la lista.
—¿Tú te crees que si la moneda hubiera caído del otro lado, ellos se iban a preocupar de si nuestras mujeres esperan un niño o no? Hombre de dios, no estás viendo lo que están haciendo los rojos en la zona republicana? Si son unos hijoputas sin piedad, que sólo saben robar, matar y violar a la gente de bien.
—Como usted diga, don Miguel, tercia uno de los otros dos, que hasta el momento no había dicho esta boca es mía. Si Eduardo lo decía sin maldad, sin pararse a pensar. Si él lo que quiere es ver muertos a tós los rojos. Tendría usted que ver la puntería que tiene con la Tigresa, el rifle que usted le prestó y cómo los remata cuando están tirados en el suelo. Y no le tiembla el pulso dando el tiro de gracia. Es más valiente que los civiles, don Miguel.
En ese momento Eduardo mira a don Miguel con orgullo, haciéndole ver que él está allí para hacer lo que se le mande, sin rechistar, y que no va a encontrar en todo el término de Aguilar a otro que odie como él a los rojos, y que dispare con tanta saña como lo hace él.
—Coño, es que disparar con la Tigresa es como follarse a una mujer bonita. Eduardo, por lo que más quieras, cuida esa carabina como si fuesen tus cojones, que es un regalo de mi padre y lo quiero más que a mi mujer.
Eduardo asiente con la cabeza y los tres hombres se vuelven a reír de las ocurrencias de don Miguel.
—Otra cosa, dice don Miguel. ¿Qué pasa con el chófer del camión? Me ha dicho tu primo Rafael que la última noche empezó a llorar y a protestar y a decir que ya no lo hacía más, que esa era la última vez que llevaba a gente en su camión para que los mataran como a perros y otras tonterías por el estilo.
—Sí, es verdad todo lo que le ha contado mi primo, don Miguel, dice Eduardo, mostrándose aún más sumiso ante el señorito. Lo que pasó es que uno de los que llevábamos para darle café era el hermano más chico de su mujer, ese anarquista al que le dicen Juan el Fandangos, y se ve que al hombre le dio un noséqué ver que lo íbamos a fusilar, y cuando los bajamos del camión en la puerta del cementerio, el chófer se nos puso a llorar y a decir que si matábamos a su cuñao, que lo matáramos a él también, porque él ya no iba más, y le dio un ataque de nervios y un llanto que no vea usté.
—¿Y qué pasó? ¿Cómo lo arreglasteis?
—Nada, nos lo cargamos igual. Le dijimos al Sixto, el del camión, que si no se callaba, él iba detrás. Y vaya si cerró el pico.
—Por esta vez, pase, pero si el chófer da algún problema más, le decís, que se atenga a las consecuencias. Veréis como se acojona y no dice ni .   
—No se preocupe usted, don Miguel. Así se hará, pero ese ya no da más problemas, corre de mi cuenta. Ese sabe muy bien lo que tiene que hacer.
—Bueno, pues andando, ahora cuando salgáis de aquí os pasáis por el cuartel de la Guardia Civil y le dais la lista al Teniente, para que vaya preparándolo todo, que no quiero ningún contratiempo esta noche. No vaya a ser que a alguno de estos cabrones les dé por pasarse hoy a la zona roja y no le podamos dar el paseo. Tenemos que limpiar Aguilar de rojos, masones, judíos, hijoputas. Ya sabéis, son ellos o nosotros. 
Antes de que los tres hombres salgan por la puerta de la sala, don Miguel, con su voz viril, de hombre acostumbrado a mandar, pronuncia un ¡Arriba España!, enérgico y brioso, al tiempo que levanta el brazo derecho a modo de saludo.
¡Viva Franco!, contestan los tres hombres, con el mismo ímpetu, levantando, cada uno de ellos, el brazo derecho como si les fuese la vida en ello. Y salen hacia la calle, con diez nombres escritos en una lista.


Rafael Calero Palma. El llanto, la sangre, el fuego (relatos y poemas de la Memoria). 
Alhulia, 2012
Fotografía de Juan Sánchez Amorós.